carlos de villarán
Llicenciat en Belles Arts a la facultat de Barcelona. Especialitat Pintura
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SOBRE LA LUZ Y EL COLOR EN LA PINTURA DE CARLOS DE VILLARÁN
Pintar tomando el color en el momento en el que se mezcla con el lienzo.
En el instante en el éste pierde su identidad individual para dar
un sentido de realidad distinta que comunica su presencia, su inmediatez.
Los colores de Villarán están vivos, se intensifican, vibran
en una luz mediterránea que desvela algunos símbolos de su
propio universo.
El sol es en sus composiciones un rostro cargado de expressión. Situado
en un segundo término, vigilante. Observador y observado al mismo
tiempo. Es el trazo de su propia alma, de su generosidad al descubierto.
La guitarra, presente también en muchos cuadros, manifiesta la unión
de la pintura, la poesía y la música. La referencia del artista
que es a su vez poeta. Los paisajes arquitectónicos en los que se
marca una pureza lejana de luces sobre las fachadas de sus edificios. Esas
arquitecturas en movimiento rodeadas por árboles y palmeras estallan
en colores com si de fuegos artificiales se tratara. Expresan el triumfo
de la luz y el color sobre el concepto, la afirmación de la esperanza
en el hombre por encima de todo.
El objeto no es un simple pretexto en sus cuadros. Éstos son más
que una mirada, en ellos hay una meditación, un sentimiento, una
experiéncia compartida. Todos estos signos nos hablan de una superación
del conflicto entre lo mediato y lo inmediato. El artista, como Orfeo gracias
a su lira, es el único ser capaz de adentrarse en el abismo y devolver
a su amada de los infiernos y, cruzar el umbral esta vez, una vez más,
a pesar de los pesares.
Como escribe Baudelaire sobre Delacroix, afirmando que su color es "explosivo",
podemos afirmar que los colores y las luces de Villarán superan el
espacio del marco, gritando su confianza en la vida.
Se puede anotar en ocasiones que el pincel es aún perceptible en
sus composiciones. Su calidad es eminentemente musical: colores y ritmos,
relacionados los unos con los otros como partes de una gama universal de
la mano de Villarán.
La luz y los colores que reflejan sus cuadros se transforman en un espejo,
al que podemos acercarnos y mirar. Ellos nos devuelven nuestra imagen, la
imagen de una nueva morada, de un mundo en el que poder vivir, el tiempo
que sea necesario. Una imagen que trasluce el abismo infinito de nuestra
alma.
Mar Sánchez-Ramón